Los propietarios de esta vivienda, una antigua casa señorial de mediados del siglo XX en pleno barrio de Salamanca (Madrid), confiaron en LID Arquitectura una reforma para "lograr que su casa tuviera alma, que fuera capaz de transmitir emociones a través de su diseño, sensaciones a través de los materiales ...
Los propietarios de esta vivienda, una antigua casa señorial de mediados del siglo XX en pleno barrio de Salamanca (Madrid), confiaron en LID Arquitectura una reforma para "lograr que su casa tuviera alma, que fuera capaz de transmitir emociones a través de su diseño, sensaciones a través de los materiales y vivencias a través de los elementos decorativos y que, de manera sutil reflejara su propia historia" explican desde el estudio de arquitectura madrileño.
El proyecto recrea un oasis de paz escondido dentro del núcleo urbano, con un marcado carácter étnico-colonial, que encapsula la esencia de sus propietarios, acostumbrados al continuo contacto con la naturaleza y con un profundo respeto por la historia.
Naturaleza y artesanía
El componente artesanal ha sido uno de los pilares fundamentales del proyecto, una magnífica forma de apelar a las emociones con el interiorismo. Se han utilizado técnicas y materiales tradicionales para crear un ambiente único y auténtico, con elementos como lavabos artesanos, diseñados y fabricados para la vivienda, paredes revestidas mediante técnicas manuales a base de arcilla, o lámparas artesanas de terracota de Mérida, diseñadas a medida para la cocina.
El hilo conductor de todo el proyecto ha sido la naturaleza que, de manera orgánica distribuye todos los espacios de la vivienda formando parte inequívoca de la arquitectura, como un material más en su construcción.
Pasillos dirigidos por espigas de trigo, lavanda, o hierba de pampa, aromatizan los recorridos. Árboles en flor liofilizados a escala natural decoran las habitaciones infantiles, recreando universos oníricos. Un lucernario del que asoman ramas de eucalipto, nos recibe en el hall de acceso a la vivienda iluminando el espacio con cada movimiento de un nuevo visitante.
La escala humana y el gradiente de privacidad de cada espacio han jugado un papel determinante en el diseño y distribución de la vivienda. A través de su arquitectura y decoración se diferencian las zonas de la casa.
Por una parte, encontramos una vibrante zona social, en la que los amplios espacios son bañados por la luz natural que entra por grandes ventanales y en la que podemos encontrar voluminosas lámparas suspendidas de altos techos, muebles de gran tamaño, obras de arte de gran formato o incluso una puerta original de templo indio.
Una zona de noche que invita al descanso
Las zonas privadas se caracterizan por un ambiente de intimidad, en el que la escala de los espacios invita al descanso. Los muebles minimalistas, elaborados con materiales naturales, la decoración artesanal, los colores neutros, los tejidos orgánicos, y la iluminación tenue que baña los espacios, determinan un claro salto de privacidad. Los baños invitan a la tranquilidad y calma. Se ha buscado crear espacios envolventes, a través de una paleta de color monocromática en tonalidades piedra y mediante los materiales naturales en todos los planos del espacio.
Habitaciones infantiles que recrean universos oníricos
Se decidió dotar a las habitaciones infantiles de un marcado estilo propio, reflejo de la personalidad de cada uno de los niños. Se recrean universos oníricos, invitando a su imaginación y, a la vez, respetando el hilo conductor neutro y orgánico del resto de la vivienda. Para ello se ha recurrido a la ambientación a través de elementos de la naturaleza como los océanos o los bosques, trabajando de la mano de los propietarios la escenografía de ambas estancias. El resultado han sido dos habitaciones bucólicas, que invitan a entrar en un mundo de fantasía a través de árboles florales rodeados de pájaros de colores, refugios en casitas Montessori, un inmenso mural de peces de colores (Coordonné), láminas con acuarelas de ilustraciones marinas o mobiliario de estimulación sensorial de marcas como Vitra.
Una zona de día amplia con una sabia mezcla de detalles exóticos y elementos autóctonos:
Como si de una gran alfombra se tratara, la tarima de gran formato de madera de roble blanco -dispuesta en un patrón de espiga Herringbone y tratada al aceite con detalles de hormigón en los nudos- guía el espacio hacia las diferentes estancias. Su diseño y composición segrega de manera invisible los espacios del salón, a la vez que evoca la elegancia del siglo pasado. Su continuidad se transmite en el resto de la vivienda a través de la carpintería, para la que se ha usado la misma madera, con puertas de gran formato enrasadas a las paredes de suelo a techo.
El pasado del edificio se plasma en la estructura original recuperada, las pinturas al fresco a medio descubrir, los pilares y vigas de hormigón, y los muros de ladrillo, que se han restaurado de manera cuidada y muestran la pátina del paso de los años. La chimenea original, recuperada y transformada a través de un largo y cuidadoso trabajo artesanal de curado del acero, preside el salón.
Detalles como la pila bautismal suspendida que preside el aseo, las obras de hierro en las diferentes estancias, los interruptores de palanca, los apliques de inspiración industrial o los radiadores labrados de época completan la estética cuidadosamente elegida para esta vivienda.
La mayor parte del mobiliario procede de Oriente Medio, pero otros se adquirieron en anticuarios y mercados locales. Una mezcla rica y variada rebosante de detalles exóticos y elementos autóctonos.
Destacan las obras brutalistas en acero corten que organizan el pasillo o las obras escultóricas a base de materia, papiro y textiles reciclados elaborados a medida para la vivienda por la artista madrileña Sandra Sainz.
En conjunto, esta vivienda de LID Arquitectura es un testimonio de cómo la armonía puede encontrarse en la diversidad. Un espacio donde la rusticidad se encuentra con la elegancia, lo antiguo se fusiona con lo contemporáneo, y donde cada elemento, desde la madera hasta el metal, cuenta una historia que añade profundidad a un hogar que es verdaderamente único.
Fotografías: David Ballester y habitaciones de los niños Alberto Amores