Los periodos de falta de lluvias no son extraños en nuestro clima, pero llevamos demasiados meses acumulando estrés hídrico. Este año, según AEMET, las precipitaciones estarán en torno a un 15% por debajo de lo normal. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), el año hidrológico 2022/23 ha sido globalmente seco en el conjunto de España: el 14,6% del territorio nacional está en emergencia por escasez de agua y el 27,4% en alerta debido a que la precipitación media global se sitúa un 17,1% por debajo del valor normal de referencia de los mismos meses del periodo 1991-2020.

Una severa sequía, la que sufre nuestro país, que se traduce en una crítica situación económica, con unas pérdidas que ascienden a 5.550 millones de euros. Ante este panorama, España se ve obligada a reconfigurar su modelo de gestión del agua y adaptar su economía a una realidad climática en constante cambio. El objetivo es proteger los sectores más vulnerables y garantizar un desarrollo sostenible a largo plazo.

En el marco de los Planes Hidrológicos 2022-2027, el Ejecutivo prevé una inversión de 11.839 millones para impulsar la desalación y la reutilización, así como la eficiencia en el uso del recurso, a través de la mejora de las conducciones e infraestructuras de regulación. A esta dotación se suman, además, 3.060 millones del PERTE de digitalización del agua, que impulsa el uso de nuevas tecnologías y big data que supondrá un avance cualitativo en la gestión del agua y la sequía.

Las restricciones públicas decretadas en algunas zonas del país han supuesto la reducción de la dotación máxima de agua por día y habitante a 200 litros para todos los usos (comercial, industrial, lúdico o personal), la prohibición de limpiar los vehículos o de regar los jardines privados, el cierre de las duchas en las playas o la prohibición de uso de agua potable en actos lúdicos, públicos o privados, así como en la limpieza de espacios urbanos.

Además, según explica AGRIVAL, la Asociación Nacional de Fabricantes de Grifería y Valvulería, desde los hogares se pueden llevar a cabo una serie de medidas para seguir ahorrando todo lo posible. Gestos sencillos como cerrar la ducha en el momento de enjabonarse o la optimización de los sistemas de grifería incide directamente en el consumo de agua y es responsable de una mayor eficiencia. Señalar que, por ejemplo, un grifo abierto consume de media 10 litros por minuto. Si es el grifo de una ducha, el gasto se incrementa hasta los 20 litros por minuto. Reparar o reemplazar los grifos que gotean hará que dejen de perder unos 30 litros al día, es decir, unos 10.000 al año.

"Cambiar un grifo antiguo por uno de nueva generación, como es la grifería temporizada y electrónica, puede contribuir al ahorro de hasta el 50% de nuestro consumo. Otra solución óptima es la instalación de reguladores de caudal y tipos de cartucho específicos, que son pequeños dispositivos que permiten, con un coste mínimo, un ahorro de agua de hasta el 65%. Si además los combinamos con la instalación de válvulas reductoras de presión, el gasto de agua se reducirá considerablemente sin grandes inversiones", señala Antonio Pardal, presidente de AGRIVAL.

Las principales marcas de fabricantes españoles, todos ellos bajo el paraguas de AGRIVAL, indican que el empleo eficiente del agua empieza en la propia fabricación de sus productos. Desde el diseño del proceso de producción, que controla el gasto de agua, hasta el reciclaje de los componentes con los que se fabrican las griferías. Se trata de una cadena en la que todos podemos contribuir, de forma sostenible, a revertir o por lo menos paliar, la escasez de agua.