Cada vez vivimos más. En 2030, la mitad de la población española será mayor de 50 años, según indica el portal Statista. En nuestro país, la esperanza de vida sigue creciendo: ahora se sitúa por encima de los 80 (INE). En esa etapa de la vida, el entorno (se incluye ...
Cada vez vivimos más. En 2030, la mitad de la población española será mayor de 50 años, según indica el portal Statista. En nuestro país, la esperanza de vida sigue creciendo: ahora se sitúa por encima de los 80 (INE). En esa etapa de la vida, el entorno (se incluye hogar, vecindario y comunidad) afecta de manera considerable a través de barreras o incentivos que afectan a las oportunidades, las decisiones y el comportamiento. Son elementos que en muchos casos se pueden elegir por lo que, para mejorar las condiciones de vida, no parece mala estrategia que las viviendas se adapten a las necesidades presentes y futuras.
Así lo refleja el "Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda a partir de los 55 años" impulsado por Leroy Merlin en colaboración con el Colegio de Arquitectos de Madrid, y realizado por Sigma Dos. Mediante una encuesta de 1.801 personas mayores de 55 años representativas de la población sénior española, el informe ofrece una radiografía de cómo ve este grupo de edad el futuro en su vivienda con el objetivo de abrir la conversación sobre cómo lograr que las casas sigan siendo nuestro hogar en esta etapa de la vida.
Los datos describen interesantes cuestiones como la capacidad de las viviendas para responder a la evolución física, emocional, familiar y social; las necesidades que no se detectan, las adaptaciones que se realizan y cuáles se evitan; y finalmente, cuáles son las motivaciones y barreras para reformar.
El estudio, además, incluye el análisis de expertos en gerontología, interiorismo y arquitectura adaptada que, entre otras cosas, alertan de que, más allá de eliminar las barreras arquitectónicas que pueden limitar nuestra movilidad como cambiar la bañera por la ducha, también debe darse respuesta a otros aspectos esenciales como el arraigo, la autonomía y el bienestar.
"Con nuestra experiencia de atención al cliente hemos detectado que hay bastante desconocimiento sobre las adaptaciones que pueden hacerse para prolongar la vida en el hogar. Así que, con el informe queremos invitar a la reflexión, pero sobre todo abrir la conversación en relación a si nuestras viviendas están adaptadas para esa fase de la vida", destacó Sergio Vicente, director de Marca y Comunicación de Leroy Merlin, durante la presentación del estudio en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
"Los arquitectos estamos acostumbrados a que entren en nuestros estudios ciudadanos que quieren reaprovechar los espacios que se quedan sin uso cuando se independizan sus hijos", aseguró Sigfrido Herráez, decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, "esta demanda necesita de la implicación de varios profesionales: un arquitecto que verifique que no se toque estructura en la reforma, y un conjunto de profesionales que ejecutan la transformación de estos espacios, creando nuevas zonas que respondan a esas nueva situación vital de las personas".
Cómo vemos esta etapa en nuestro hogar
A los mayores de 55 años les quita el sueño no poder seguir viviendo en su propio hogar. A pesar de que, a más de ocho de cada diez españoles de más de 55 años (83%) les preocupa tener dificultades para seguir valiéndose por sí mismos en su propia casa cuando tengan más edad, solo el 42% ha realizado ya cambios en su vivienda para adaptarla en previsión de las necesidades futuras.
El 68% de los encuestados no considera necesario hacer adaptaciones en el hogar derivadas de la edad antes de los 71 años. Los expertos entrevistados en el estudio señalan que el edadismo y la gerontofobia son los responsables de postergar estas decisiones y apuntan que la franja idónea es entre los 55-65 años. Las gerontólogas consultadas, enfatizaron la importancia de alargar el máximo posible el tiempo de vida en el hogar, como fundamento de su bienestar. Señalan que abandonarlo para ir a una residencia debería ser siempre el último recurso. Una de las claves para que esto pueda ser así, sería mejorar las condiciones de movilidad y seguridad de las viviendas.
Qué creemos necesitar
Para el 63,6% de los encuestados, la razón con más peso a la hora de hacer reformas en la vivienda es la adaptación a sus nuevas condiciones físicas para poder moverse con libertad y evitar ayuda externa, de hecho, el 53% coincide poner el foco en la prevención de problemas de dependencia y el 52,5%, en la mejora de la seguridad ante posibles caidas y accidentes domésticos. Los seniors sondeados admiten que asegurar la movilidad es lo primero que tienen en mente al emprender cambios y reformas en el hogar. De hecho, el 52% de quienes tienen más de 55 años estaría dispuesto a realizar las adaptaciones fundamentales y la reforma preventiva más frecuente tiene que ver con la adaptación del baño.
Arquitectos e interioristas, sin embargo, consideran que hay reformas clave para asegurar la independencia y autonomía que no aparecen en el discurso de este colectivo. El temor a dejar de ser autónomos afecta a la autoestima e inseguridad de estas personas que podría mitigarse con ciertos cambios como retirar alfombras o mejorar la iluminación.
A qué estamos dispuestos a renunciar
El 45,4% de los mayores de 55 años está dispuesto a perder algo de espacio para reformar su vivienda y adaptarla a las necesidades derivadas de la edad. Le siguen estar dispuestos a renunciar a cierta identidad (18,8%), los recuerdos (15,7%) y la comodidad (15,2%). Tan solo el 4,9% aceptaría perder intimidad para adaptar su hogar.
Según Juan Juárez, arquitecto y socio del estudio de arquitectura ARQUID, "esa defensa a ultranza de la intimidad en la vejez nos lleva a veces a rechazar atractivas oportunidades de viviendas adaptadas en régimen de cohousing o coliving, un tipo de hogar compartido muy interesante para afrontar los retos de la edad. Pero se trata de un prejuicio sin fundamento. La vivienda colaborativa tiene muy en cuenta la privacidad".
Como disparadores positivos del cambio y las reformas, aparece el deseo de recuperar como propios y reconvertir espacios de la casa con la marcha de los hijos o con la jubilación. Tras esta actitud, se esconde una motivación de disfrute y reencuentro con uno mismo: el recuperar un hobby o hacer espacios más amplios y luminosos, tirando tabiques y suprimiendo habitaciones. "Es una oportunidad para una vivienda más flexible con sistemas de compartimentación cambiantes, módulos de almacenamiento o camas abatibles integradas que darán lugar a estancias más amplias y luminosas que se pueden reorganizar a conveniencia", comenta José Ignacio Braquehais Conesa, arquitecto y socio del estudio de arquitectura tresunouno.
Frenos y trabas para adaptar nuestro hogar
En general, los problemas económicos son la principal barrera para realizar los cambios que necesitan las viviendas en la mayoría de casos. Esta circunstancia se acentúa en los hogares con menor nivel de ingresos (53,2%). De hecho, el 44% de la población de 55 y más años de edad invertiría más de 5.000 euros en adaptar su vivienda a sus necesidades derivadas de la edad
Otra de las trabas que suelen encontrarse los mayores son los propios hijos; según las gerontólogas consultadas pueden suponer una barrera y un freno en las decisiones de compra de los padres ya mayores, y no autorizar o validar la reforma propuesta.
"Entre lo que creemos necesitar y lo que realmente necesitamos en nuestro hogar hay una gran diferencia, por eso necesitas un asesor experto que te guíe y que pueda empatizar contigo. El 16,5% de nuestra plantilla es senior y en tienda ves como los clientes de más edad tienden a buscar a estos vendedores, porque se ven reflejados en ellos y saben que van a entender sus necesidades e incertidumbres". Apuntaba Sergio Vicente, director de Marca y Comunicación de Leroy Merlin.
Asegurar y proteger al máximo la movilidad y la seguridad de las personas mayores, suele hacer que las reformas tiendan a crear espacios más funcionales, más minimalistas y con menos decoración superflua. Las gerontólogas consultadas admiten que el exceso de muebles, enseres, alfombras y otros elementos puede suponer un peligro para los mayores y es bueno contar con los menos posibles.
No obstante, indican que los objetos juegan un papel estabilizador de la identidad y de la memoria de las personas mayores. Son su "arraigo" y, por tanto, no es conveniente despojarles de ellos. Se trataría ante todo de llegar a un término medio entre la movilidad segura y el apego de la persona al hogar y sus objetos.
Qué adaptaciones hacemos y cómo
Los mayores de 55 años destacan la adaptación del baño (41,3%) como la necesidad que se cubre más frecuentemente. Sin embargo, a pesar del deterioro generalizado de la visión en este colectivo, solo un 8,6% hacen adaptaciones para mejorar la iluminación en el hogar. Prueba de esto es que el 90% de los seniors que ya han realizado una reforma la han hecho en el baño, seguido de lejos por la cocina (35,5% ). En último lugar sitúan el ensanchamiento de pasillos y puertas, con un 10,2%.
"Cambiar los sistemas de almacenaje de la cocina, que nos eviten agacharnos o coger cosas de armarios demasiado altos, es ya motivo para acometer una reforma", sugiere Sara Solé Wert, arquitecta y socia fundadora de tresunouno.
Si hay algo en lo que coinciden las personas mayores de 55 años en lo referente a reformas y adaptaciones de sus hogares es que quieren evitar tomar decisiones. En esta línea, los encuestados destacan que, si se animan a realizar una reforma, prefieren que alguien se encargue de todo de principio a fin (36,1%). "Estamos notando un aumento en la demanda de proyectos llave en mano. Los clientes quieren que les asesoremos y ayudemos a seleccionar los productos, pero también que se los instalemos sin que ellos tengan que participar en este último proceso", añadió Sergio Vicente.
Los expertos consultados reconocen el inmenso hueco de mercado que existe actualmente en referencia a la adaptación de hogares de los séniors. El mercado no les está ofreciendo una explicación y previsión sobre cómo podrían mejorar y reformar sus viviendas para que puedan maximizar su calidad de vida a medida que envejezcan. Consideran que más allá de tener claro que es necesario adaptar el baño al envejecer, falta información sobre las necesidades de nuestro hogar en esta etapa de la vida.
Principales conclusiones del "Primer Estudio Nacional sobre la Vivienda a partir de los 55 años"
Cómo vemos esta etapa en nuestro hogar:
A partir de los 55, creemos que la vejez aún está por llegar y pensamos en adaptar nuestros hogares cuando es demasiado tarde, 7 de cada 10 no lo consideramos necesario hasta pasados los 70. El momento ideal, dicen los entendidos en envejecimiento, es el de la jubilación.
Dejamos que la incertidumbre por el qué pasará marque el ritmo. Pero los gerontólogos enfatizan la importancia de alargar el máximo posible el tiempo de vida en el hogar como fundamental para nuestro bienestar y, para ello ven imprescindible adaptar nuestras casas cuanto antes.
Los otros culpables de que posterguemos las reformas son el edadismo y la gerontofobia: según los especialistas, vemos la etapa sénior como una fase decadente caracterizada por la inactividad, la soledad y la dependencia. Y esta percepción debe cambiar.
Qué creemos necesitar:
- Sobre todo, autonomía. No queremos depender de nadie por lo que priorizamos las adaptaciones provocadas por cambios en nuestras condiciones fisicas (63,6%) antes de las que mantienen nuestro bienestar emocional y social como ampliar el espacio para disfrutar y recibir.
- Le damos importancia a la accesibilidad (38,9%) y seguridad (52,5%) pero las sacrificamos en la huida para evitar que las adaptaciones puedan convertir nuestras casas en ortopedias, "con parking de tacatacas y baños que se parecen a los de un hospital".
A qué estamos dispuestos a renunciar:
- No queremos perder nuestros recuerdos (84%) y los mantenemos con el argumento del arraigo incluso a costa de perder espacio (45,4%). Necesario para nuestra sociabilidad y movilidad.
- Soñamos con una habitación propia, pero muchos renuncian a ella antes que desmontar "el altar" en el que convertimos las habitaciones de los hijos.
- Por encima de todo defendemos nuestra intimidad (solo el 4,9% renunciaria a ella). queremos vivir solos y no hacemos nada por mejorar nuestra sociabilidad o facilitar el acompañamiento, aun como afirman los expertos, siendo necesidades igual de importantes que las relativas a la movilidad.
Trabas y frenos para reformar:
- A la hora de hacer reformas, el dinero manda para la mayoría. El que tenemos (53,2%) o el que queremos gastar: 4 de cada 10 séniors invertiría más de 5.000€.
- Cuanto más mayores somos, mayor freno suponen nuestros hijos. Algunas de las razones: no son conscientes de nuestros problemas reales, se resisten a resolverlos si afecta a su comodidad, nos quitan la seguridad y la autonomía para decidir o les guardamos su sitio por lo que pueda ocurrir…
Qué adaptaciones hacemos y cómo:
- Nos resistimos a pensar que necesitamos reformar. Aseguramos que nuestras casas aprueban en autonomía, comodidad y seguridad. Pero, según los datos, solemos reformar el baño y poco más.
- Todos perdemos vista, pero nadie incluye la iluminación como una prioridad (el 90% de quienes han hecho cambios han priorizado el baño). Lo segundo que más reformamos son las cocinas, aunque si vivimos solos o con algún familiar, nos cuesta más.
- Prácticamente todos nos sentimos satisfechos con los resultados de nuestras reformas (96,95% ) pero casi nadie se asegura de tener información de calidad de quienes más saben de hogares y edad (solo el 4,7% consulta a personal sanitario o especializado).