La contaminación cruzada ocurre cuando microorganismos productores de enfermedades (como bacterias y virus patógenos) pasan de un alimento, normalmente crudo, a otro que ya está cocinado y, por lo tanto, ya está listo para consumir y no va a ser higienizado. Esto puede suceder por contacto directo, los alimentos se tocan, ...
La contaminación cruzada ocurre cuando microorganismos productores de enfermedades (como bacterias y virus patógenos) pasan de un alimento, normalmente crudo, a otro que ya está cocinado y, por lo tanto, ya está listo para consumir y no va a ser higienizado.
Esto puede suceder por contacto directo, los alimentos se tocan, o indirecto a través de una superficie, utensilios como tablas de cortar o cuchillos, trapos o las propias manos de la persona manipuladora. Un ejemplo clásico es usar el plato utilizado en dar la vuelta a la tortilla, con restos de huevo crudo, para servirla.
Además de microorganismos, la contaminación cruzada puede ser fuente de toxinas y también de alérgenos por lo que debemos extremar las precauciones.
Este problema, mucho más habitual de lo que parece, puede prevenirse fácilmente mediante unas prácticas de higiene de los alimentos adecuadas. Para evitar la contaminación cruzada, el Instituto Silestone recomienda seguir una serie de procedimientos en la cocina:
1. Separación de Alimentos
2. Higiene Personal
3. Utensilios y Superficies
4. Temperatura adecuada
Cuando se produce una contaminación en un alimento normalmente la cantidad de microbios es muy pequeña por lo que, contemplando la posibilidad de que se haya producido, hay que evitar su posible desarrollo manteniendo el producto a temperaturas de refrigeración (0-5ºC) y cerciorarse de un cocinado a temperaturas de seguridad (a partir de unos 65º-70ºC).
5. Información y formación
Desde el Instituto Silestone destacan la importancia del conocimiento en la prevención de la contaminación cruzada y en general de las toxiinfecciones alimentarias. Su divulgación es su compromiso.
Las toxiinfecciones alimentarias pueden tener graves consecuencias para la salud, especialmente en poblaciones vulnerables como niños, ancianos y personas con sistemas inmunológicos comprometidos. Unas correctas prácticas de higiene como medida preventiva de las contaminaciones cruzadas son cruciales para garantizar la seguridad alimentaria tanto en el hogar como en los entornos profesionales.