IMCB nº147

10 de forma automática, sin tener que ensuciarse las manos. Asimismo, además de decidir el número de cubetas, el conjunto de la zona de aguas se puede complementar con un escurridor o incluir en uno de los compartimentos uno enrollable de quita y pon. Y para que el fregadero no se llene de polvo y suciedad existe un cobertor para colocar encima. En ocasiones, con las guías telescópicas extensibles se consigue una mayor flexibilidad en el punto de lavado al introducir una cubetilla con escurridor incorporado o una tabla para cortar, pudiendo moverlos libremente a lo largo del contorno. Para mantener el orden se ofrecen recipientes en los que guardar la bayeta o la esponja. Una cubeta o dos Si las características y las condiciones del fregadero que hemos comentado anteriormente son importantes, también lo es conocer con exactitud las medidas del mismo. Para calcular esas dimensiones será necesario medir el espacio disponible en el frente de la cocina y el ancho del mueble donde irá montado. Eso sí, debemos tener en cuenta que debe haber una distancia mínima de 60cm, de tal manera que si se dispone de un mueble de 80cm se puede elegir un fregadero de dos cubetas, mientras que, si el espacio es más reducido, lo ideal será montar un fregadero reducido rectangular alargado. El problema desaparece cuando disponemos de muebles grandes, ya que nos permitirá escoger un fregadero con dos cubetas y media, o bien una cubeta y media con escurridor incluido. Al convertirse también en una pieza, no solo imprescindible, sino decorativa que complementa el estilo, elegir un fregadero en función del tipo de instalación que nuestro espacio de cocina requiera también resulta fundamental. Algo que vendrá de la mano del tipo de material de la encimera que tengamos, lo que decantará la forma de colocar el fregadero. Así, los modelos que van encastrados o sobre encimera van ubicados sobre el hueco de la encimera, que previamente ha sido cortado. Un estilo que se recomienda, sobre todo, para encimeras laminadas y de madera. Por su parte, el fregadero bajo encimera, como su nombre indica, queda debajo de la encimera y es el modelo ideal para encimeras de granito, de piedra o sintéticas. Además, como no roza con juntas o uniones, la limpieza es mucho más sencilla y ofrece sensación de continuidad con la encimera. Otra modalidad muy extendida es el fregadero de sobreponer, que se instala directamente sobre el mueble del fregadero y, como la lengüeta monta sobre la superficie, lo normal es que sobresalga y permita un acabado muy elegante. De hecho, este tipo de fregadero se usa en aquellas cocinas en las que se quiere resaltar la pieza. Por último, la instalación del denominado fregadero enrasado queda integrado a ras, por lo que el perfil queda al mismo nivel que el canto de la encimera. En cuanto a la forma y tamaño de los fregaderos, el más sencillo es el de una cubeta, que ayuda a optimizar el espacio en cocinas que cuentan con un lavavajillas y, por tanto, su uso es más reducido. Por su parte, el fregadero de una cubeta y media está formado por dos espacios diferenciados, uno más pequeño que el otro, lo cual permite realizar varias funciones de manera simultánea cuando estamos lavando la vajilla sucia. Además, la cubeta más pequeña suele equiparse con accesorios como escurridores, tablas u otros utensilios para pueda ser usada como zona de trabajo. Finalmente, el fregadero de dos cubetas destaca por disponer de dos apartados diferenciados, ambos del mismo tamaño, lo que hace posible realizar varias tareas de lavado en el fregadero conjuntamente. Propiedades como la resistencia, ligereza, higiene, fácil limpieza y un precio asequible destacan en los fregaderos de acero inoxidable <<ICÓNICO

RkJQdWJsaXNoZXIy NTI5ODA=