IMCB nº149

65 Bella Natura En el Espacio VG Living, de Virginia Gasch, se encontraba la cocina Bella Natura. Su creadora señalaba que era la más bella cocina donde pasar las horas en armonía con la naturaleza, en un ambiente relajado, acogedor y único. Inspirado en las antiguas orangeries, el espacio diseñado por VG Living era una cocina en un invernadero, un lugar pensado para reflejar la joie de vivre, el optimismo la vitalidad y el gozo ante la vida. Una cocina que mezcla el estilo provenzal con el ecléctico, y donde la luz y las plantas son las verdaderas protagonistas para generar un ambiente acogedor y único, que invitaba a disfrutar de momentos de calidad en familia. Ondas y muebles orgánicos con formas redondeadas eran una tendencia muy presente en este espacio, como las rayas y la gama cromática monocolor, donde el verde en distintas tonalidades monopolizaba el espacio, reforzando el concepto de naturaleza. También la biofilia, que es la conexión innata que tenemos los seres humanos con las plantas y que supone un impacto positivo en nuestras emociones. En cuanto a los materiales; cerámica, latón, piedra natural, hierro, espejo, telas y madera lacada daban forma al espacio, con diseños de VG Living, como la lámpara en forma de rama, el banco y las sillas. Un interiorismo emocional que busca ayudar a ser más felices en los espacios que habitamos, hogares y espacios que mejoren y potencien el bienestar. Aurea Fabula Aurea Fabula en latín, o Fábula Dorada, es la prueba de que no siempre hay que elegir. Es la historia que hay detrás de Sixty Pro. Su espacio, constituido por una cocina que no se podía catalogar dentro de un estilo particular, iba más allá de lo clásico, lo moderno o lo ecléctico. Era una cocina palaciega inspirada en los felices años 20, período en el que se construyó el Palacio de la Trinidad. Los años 20 estuvieron marcados por el Vanguardismo, donde los elementos brutalistas de gran magnitud daban más importancia a la belleza del espacio que a su funcionalidad y practicidad. Sin embargo, el Palacio está marcado por un estilo más clásico en el que predominan las molduras y los tapices, entre otros elementos. Este espacio mostraba la complejidad de unir ambos mundos en uno, de que coexistan el lado más mágico y misterioso con el lado más racional. Era una oda al nexo de unión entre un estilo clásico y el vanguardismo de los años dorados, que se lograba uniendo elementos propios de una cocina clásica, como las molduras de las puertas, las pilastras de la isla o la campana exenta, con los componentes de grandes dimensiones más vanguardistas, como la isla y el frente de siete metros.

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